La puerta. Por María Concepción Pomar Rosselló

Cuando me adentro en el dulce mirar soñador de tus ojos oscuros, veo un brillo tan intenso que me corta la respiración y me da la vida. Y cuando me dejo llevar por esa luz, al final de ella siempre veo, como un ocaso, la puerta.

En el resplandor de tus dientes cuando sonríes, tan a menudo, veo las heridas tan dulces que me haces al morderme, con cada cariño, de pasión el corazón. Y al entregarme a la dicha de esa luz de tu sonrisa, al final de ella siempre veo, como una sombra, la puerta.

Esa puerta por la que ambos un día ambos tendremos que cruzar.

Y por las noches me duermo a veces pensando en la inevitabilidad de la puerta, sueño con ella, llenándome de miedos y tristezas, de fuegos elevados y esperanzas. Sueño contigo con lo que nos espera detrás.

Y, sin embargo, la puerta tiene dinteles de piedra dura y negra, está hecha con la oscuridad tenebrosa de lo desconocido. Ni siquiera sabemos cuál de los dos la cruzará primero... y pensar en ello me llena los ojos de lágrimas y de gritos la garganta.

Hay que cruzar la puerta para llegar a lo Eterno.

Y, sin embargo, ¿quién la cruzará primero, dejando al otro atrás?

And in the night, you hear me calling...

You hear me calling...

And in your dreams

You see us falling... falling...

Y a veces, cuando no estás, me siento delante de la puerta y le hablo, le pregunto, le recrimino, desafío su existencia, le digo que encontraré la forma de ser más fuerte que ella y clamo por la paz que tras ella se esconde.

Solo recibo de contestación su propia presencia inamovible, la de la puerta... la Puerta.

Aquella Puerta que un día cruzamos todos, nosotros solos.

¿Quién de los dos se quedará detrás?

Since I was young I knew I'll find you...

But our love was the song sung by a dying swan...

Y le grito a Dios clamándole por qué nos hace saborear este instante abrumador y floreciente de lo Eterno, cuando en este lugar nada eterno y puro queda ya. Y le pido por qué no nos merecemos aunque sea una mínima garantía, en este mundo dominado por la violencia, la venganza y el odio. Y le desafío y le digo que jamás, jamás me doblegaré ante la inevitabilidad, consentida por él, de la soledad de la Puerta.

Y la Puerta me responde con su presencia, inaprehensible, inevitable, serena, y mientras la contemplo solo percibo el lento y pegajoso paso del tiempo agarrándose a mis dedos y mis cabellos y un mensaje: grandeza, junto a él, grandeza...

Segundo a segundo, respira este doloroso instante eterno de grandeza...

...porque un día se acabará.

Breathe in the light...

As I say goodbye...

Breathe in the light...

As I say goodbye...



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